jueves, 28 de febrero de 2013

Mi velero

En el calado de mi velero encuentro manchas que el mar deja incrustadas. He de limpiar el casco de la embarcación para poder seguir adelante. Mi destino no puede ser interrumpido por nada. Pero haré una pequeña escala para dejar impoluta la madera que me mantiene. Ha de estar limpia, blanca y brillante para que los seres que habitan el mar se enamoren de él. Mirando hacia arriba, observo que el mástil está algo tocado por las tempestades pasadas, y he de apresurarme a reparar el daño. No quiero que sufra daño alguno, ya que él y solo él me llevará por buen camino. Ya estoy arriba y observo con inquietud que es una herida que no provocó la tempestad, sino un cabo de mi velero. Ese cabo no lo pude o no lo supe sujetar con la fuerza suficiente, y pareció resbalar entre mis manos. Eso provocó la herida, casi en su corazón.
No sé si podré reparar ese destrozo, pero seguro que ganas y empeño pondré para intentar que no sangre tanto el mástil que guía mi camino.
Mientras estoy a una altura como para matarme, os saludo refugiado en mi sillón intentando arreglar por completo mi embarcación.

2 comentarios:

  1. Sí que lo consigues arreglar, lo sé

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  2. Con un poco de paciencia sé que quedará preparado para surcar los mares y sentir de nuevo el viento fresco que necesita. Gracias.

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