viernes, 1 de marzo de 2013

La verja

Mientras no navego por los mares de mi imaginación, me gusta cuidar de mi jardín imaginario y mágico. Este crece día a día. Y ahora que la primavera ya está a la vuelta de la esquina, quiero ver como vuelve a la vida este jardín. Ya tengo casi arreglado mi velero, pero quiero observar mis flores. Las veo crecer y brillar poco a poco. El césped ya lo corté y lo regué. La lluvia hará el resto. Los árboles están volviendo del letargo invernal y eso me anima la vida.
Mirad que bonito me quedó el estanque. Una pequeña cascada, de donde brota el agua limpia y fresca. Los peces ya salpican la superficie, y llenan de colores el fondo empedrado del estanque. Los cisnes ya nadan sobre él, pero aún se están conociendo para seguramente acabar enamorados. Mientras los pajaritos que revolotean alrededor, ya trinan y la vitalidad que poseen, hace que mis sueños vuelen más alto.
Pero ahora que me doy cuenta, mirando a mi alrededor, la verja que hice poner en esa linda flor no es de mi gusto. La quise de oro y brillantes, y, con una pequeña puerta en la que solo yo pudiera entrar para poder regar y mimarla. En mi ausencia la colocaron sin puerta y ni yo puedo entrar. He mirado por todos los rincones pero no me dejaron puerta alguna. La mimaré y la regaré en la distancia. Eso si, la verja es preciosa y estoy seguro que saldrá fortalecida tras la verja que ni yo puedo atravesar.
Imaginando más cosas para escribir, y mientras reparo mi barco y cuido de mi jardín, os vuelvo a saludar desde mi rincón, siendo este el que me incita a la imaginación de realidades imposibles.

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