Perdón si me equivoco otra vez.
Que alegría. Que emoción. Que entusiasmo. Todo esto y mucho más ponen los niños al acostarse en la víspera de la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos. Pasan nervios, pero están tan ilusionados que el sueño los vence rápido. Los padres no nos quedamos atrás, aunque si algo más retrasados, ya que esperamos esos mismos sentimientos una vez despertados nuestros niños.
Susurro de esperanza, lamentos de tristeza. Pero todo queda en el aire que la brisa nocturna trasmite. Todo ello queda ahí colgado sin que nadie preste atención. Gritos de victoria en el alba, y de derrota al anochecer, pero también quedan el el aire de la brisa nocturna.
Hoy me siento bien, algo dolorido por un resbalón en el campo de fútbol, pero me siento bien. Satisfecho de entrenar a los peques, jugar un partidito con ellos y ver como se lo pasan. Hoy todo ha sido perfecto. Me he vuelto a sentir niño, y, recordando los viejos tiempos en que no había caída que hiciera daño. Mis posaderas ahora, están doloridas, pero mi mente está muy sana. He encontrado la felicidad plena viendo a estos mocosos correr y disfrutar. La velocidad con la que aprenden es vertiginosa, y su agilidad me supera.
La naturaleza nos dotó de poder expresarnos no solo con sonidos, sino con palabras. La evolución ha hecho el resto, pero ¿por qué puso palabras malsonantes en nuestra boca?. Palabras que no deberían existir, sentimientos que jamás estuviesen en nuestros corazones, pensamientos que nunca hubiesen de herir la sensibilidad. Palabras, y, solo eso. Palabras tiernas, otras duras, a veces tensas, y a menudo difíciles de comprender. Solo encuentro una sola palabra en nuestro diccionario, sea del idioma que sea, de culturas diferentes, religiones distintas, y de todos los colores del firmamento que realmente merezca la pena. Es una palabra sencilla y en Español solo bastan cuatro letras para nombrarla, pero que difícil es entenderla y sentirla.
No hay nada en este mundo más bonito que ver a un niño o niña feliz. No me cabe la menor duda de ello y tampoco de ver a una persona anciana verse rodeado de cariño de generaciones más jóvenes. Ver sus caras de felicidad y alegría me producen satisfacción. He sido niño y me gustó ser feliz, y seré anciano y me gustaría verme con esa misma felicidad. Ahora que no soy ni lo uno ni lo otro, pienso que porque no repartir y compartir lo mejor de cada uno para verlos disfrutar.
Hoy me he acostado con la mejor de las sensaciones de la vida. Espero levantarme con la mejor caricia. Un velo cubre la piel de la sensación que me apasiona y esta eres tú. El olor de tu perfume, el roce de tu piel, la caricia de tus manos y el beso del amor. No hay nada mejor que la calidez de tus ojos ni el brillo de tu sonrisa, pero lo que realmente siento, es tu cuerpo cuando me acaricia.
No siento palabras cuando no puedo respirar tranquilo. No tengo sílabas para expresar mis sentimientos. Me faltan letras para describir mis pensamientos, pero aseguro que puedo recordar todas y cada una de las emociones que la vida me ha dado. No he dudado de escribir estas inquietudes, ya que sé que alguien espera oír mi voz o leer mis palabras.