Mi mente está agitada, y mi corazón muy alborotado. Quizás sea la emoción que me embarga tanto cariño recibido, pero lo cierto es que no adivino a comprender los motivos. No sé si merezco tanto, pero gracias de todas formas. Me llueve con fuerza la amistad y tengo los vientos de vuestros besos. Mi corazón retumba como los truenos en el cielo. Me siento muy pequeño ante tanta tormenta de amistad, y quisiera almacenar toda esta tempestad para conservarla en lo más profundo de mi alma.
Parece que todo torna a la calma cuando escucho tus palabras, pero no es más que un pequeño respiro porque el mar de la amistad siempre está en continuo movimiento, y como si de olas se tratase mi alma volverá a agitarse con alegría
Desde mi rincón y sujetando fuertemente el timón, os vuelvo a saludar.
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